Muchos hosteleros, cansados de los malos resultados obtenidos en sus estructuras hoteleras, en ocasiones por cansancio y a veces por convicción, intentan jugárselo todo a una carta invirtiendo dinero (mucho) para afiliarse con una marca importante, una cadena internacional o una asociación hotelera muy conocida, que prometen maravillas con la sola afiliación.

El objetivo oficial del hostelero es el de entrar en un canal “mágico” que le permita adquirir una mayor rentabilidad. Pero, desafortunadamente, este canal mágico no existe y bastará poco para darse cuenta.

Una motivación importante que lleva a esta elección se encuentra a menudo vinculada también al orgullo de pertenecer a un nombre ostentoso y ser identificado como un hotel de calidad. Lamentablemente, estas lógicas no se cumplen, ya que el mercado sigue más bien la inconsciencia (considerar que estas grandes cadenas tengan canales especiales de venta) o la irracionalidad emotiva (sentirse hoteles mejores por su pertenencia a una marca) y, son también hijas, de una percepción equivocada y obsoleta de lo que actualmente es importante para llegar a obtener buenos resultados económicos.

La pregunta que queremos hacernos hoy es:

¿es verdad que el hecho de pertenecer a una marca famosa hace mejorar el nombre comercial y los resultados económicos?

Responder a esta pregunta nos obliga a razonar como Economistas (hombre económico racional) y no como Humanos y, hace saltar, los mecanismos de irracionalidad entorno a los cuales giran las consideraciones de nuestro amigo hostelero.

En realidad, es verdad que hace tiempo la marca garantizaba seriedad y calidad y que, atraía gracias a ello a muchos clientes, pero los métodos para conocer la estructura hotelera hasta los años 90 eran realmente pocos y, por consiguiente, la marca en sí misma hacía de nombre comercial.

Sin duda, en caso de deservicios y problemáticas varias, la clientela insatisfecha podía de todos modos poner en marcha un pasapalabra negativo, pero con una velocidad y, por consiguiente, con unas consecuencias enormemente diversas con respecto a la actualidad, era de las redes sociales y de las agencias de viajes online u OTA.

Por tanto, actualmente, la reputación de una estructura hotelera se obtiene a nivel online de la página web y de los comentarios dejados por los clientes a través de las agencias de viajes online u OTA y en las redes sociales.

Actualmente la marca no solamente no ayuda, sino que también podría asustar a nuestro viajero tipo del tercer milenio, “el viajista”, que podría leer en la marca de estilo antiguo reseñas que son poco conocidas y gratas para él.

Generalmente los resultados que actualmente obtiene una estructura hotelera asociada a una marca importante en términos de facturado son bastante previsibles, ya que las cadenas hoteleras no hacen mucho más de lo que podrían hacer los hoteles por sí solos que, de hecho, lo podrían hacer mucho mejor si solamente tuvieran la humildad de cuestionarse y aplicar las mejores prácticas de la Gestión de Ingresos.

Hoy en día, pertenecer a una marca importante significa sacrificar en parte  – o totalmente  – la identidad de la estructura hotelera (una gran lástima, vista la historia maravillosa que hay dentro de cada establecimiento turístico italiano), los costes aumentan y mucho (regalías, inversiones estructurales y tarifas de acceso), las ganancias no aumentan como se espera, pero sobre todo uno se da cuenta de que actualmente la marca no hace el nombre comercial, ya que el nombre comercial se hace solamente a través de las redes sociales, las agencias de viaje online u OTA e internet en general.

Creo que la visión del empresario hotelero deba volverse a baremar a los tiempos en los que vivimos y entender que el nombre comercial puede hacer una marca, pero no necesariamente la marca hará el nombre comercial.

Créanme, realmente basta poco para invertir en la tendencia y optimizar de la mejor manera posible el facturado de su estructura hotelera; no hay necesidad de complicarse demasiado la vida, necesitan pocos ingredientes: motivación, valor e ingresos, ¡todo ello condimentado con mucho amor!